Archivo de la categoría: Psicología

Cuidado que viene el coco

Estándar

De pequeña tenía miedo a la oscuridad, el perchero con cabeza de oso era un temible monstruo de infinitos brazos, y solía encoger las piernas porque pensaba que un lobo iba a entrar por los pies de la cama y mordisquearme los dedos. Después llegarían los miedos en la escuela, lugar de juegos y múltiples descubrimientos pero también de múltiples exigencias y retos: aprobar las asignaturas, evitar castigos, relacionarte con otros niños, relacionarte con los profesores, evitar por todos los medios que te expulsaran de clase o equivocarte al salir a la pizarra;  y por supuesto,  hacer lo posible por no conocer el despacho de la directora. La adolescencia vino acompañada de tantos momentos intrépidos como temores a superar. Es curioso como puedes lanzarte cuesta abajo en el sillín trasero de la bici,  sin frenos,  de una amiga  y al mismo tiempo temer situaciones del tipo: hablar en reuniones numerosas por miedo a decir algo ridículo.

teddy-bear-440498__180

El caso es que cada etapa de nuestra vida viene acompañada de diversos miedos, que nos hacen estar en situación de alerta y nos protegen, pero en otros casos dificultan nuestro camino.

Sea cual sea el objeto de nuestros miedos, la clave está en el afrontamiento, porque a cada vez que nos enfrentamos a algo que nos asusta, ese algo se hace más pequeño.

En ocasiones puede que optemos por la evitación, porque como es normal, estar asustados no es nada agradable. Esto a corto plazo nos ayuda a encontrarnos bien, ya que si nos alejamos o huimos de lo que nos da miedo, nuestro corazón vuelve a su sitio, dejamos de sudar o sonrojarnos y se calma nuestro estómago.

chess-424556__180 (1)

Sin embargo a la larga hace que nuestros miedos parezcan más poderosos e invencibles de lo que realmente son y les damos cancha para que nos aprisionen, limiten nuestro mundo y encima hagan que nos sintamos inquietos, tristes y avergonzados.

Y en este afrontamiento no tenemos por qué estar solos, ya que podemos tener nuestros compañeros de batalla, aquellos que nos van a comprender, respetar y nos van a escuchar sin juzgarnos ni ridiculizarnos.

Aquí os dejo algunos pasos que os pueden ayudar en esta batalla, una serie de armas que tenemos para pelear con nuestros miedos:

  • Ponerle nombre a aquello que nos asusta (ej: me da miedo conducir).

  • Detectar las esferas de nuestra vida que está limitando este miedo o miedos. Puede servir de ayuda el ponerlo por escrito (siguiendo el ejemplo anterior: limitación en mis desplazamientos, a la hora de buscar trabajo, a la hora de planear mis viajes,…)

  • Anotar nuestras fortalezas, los miedos nos pueden engatusar haciéndonos creer que no las tenemos.

  • Preparar nuestro cuerpo para la batalla: cuidarnos un poco o un mucho cada día, puede resultar de gran utilidad aprender  técnicas de relajación como la muscular progresiva de Jacobson, o técnicas de visualización, aprender a trabajar nuestra respiración… (podemos encontrar instrucciones sencillas en internet, probar varias técnicas y escoger la que más cómoda nos resulte).

  • Ponernos pequeñas metas en este proceso de afrontamiento. Que este proceso no se convierta en un motivo más de preocupación o temor (en el ejemplo: subir al coche, prepararme para la conducción, hacer un pequeño recorrido acompañad@, aumentar el recorrido acompañad@, hacer un pequeño recorrido sol@…). Cada persona debe elegir estas pequeñas metas y le dedicamos a cada una de ellas el tiempo que se necesite. 

  • Reforzarnos a cada pasito que demos hacia delante.

  • Ser compasivos con nosotros mismos, no fustigarnos cuando no avancemos al ritmo esperado y entender cada momento como parte del proceso.

 

En el caso de que nuestros miedos nos provoquen reacciones muy intensas, nos hagan sufrir e interfieran considerablemente en nuestras vidas y la de los que nos rodean, no dudemos en consultar con un profesional.

Para terminar os dejo una frase que creo es importante tener presente:

Aprendí que la valentía no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre el miedo. El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo.
Nelson Mandela

Disfrutar «haciendo nada»

Estándar

 

 

Durante meses mi cerebro ha estado muy inquieto, con ganas de investigar y de aprender un poco de allí y un mucho de allá, con ganas de meterse en este y aquel proyecto. Sin embargo, le ha dado por bajar el ritmo durante unos días, días que a partir de ahora llamaré como “los días de agosto”, por eso que generalmente decimos (sea o no cierto) que agosto es un tiempo de parar.

No es que no haya querido funcionar, ya que está muy motivado por los nuevos descubrimientos diarios, es que ha necesitado ir más lento o focalizarse en otras actividades, por lo menos durante unos días. Y estos días ha querido dedicarse a disfrutar haciendo nada o hacer mucho…depende de como se mire. Para mí ese hacer nada” se refiere a nada de programar, anticipar, anotar en la agenda, preparar la semana, seguir horarios…, y se refiere a mucho, porque es hacer aquellas cosas que sabes que tu cuerpo te está pidiendo. No me refiero a grandes cosas o a espectaculares planes o hazañas, me refiero a tomarse un tiempo para estar con uno mismo y disfrutar de esos momentos, ya sea tomando el sol, regando macetas, batallando con las olas en la playa, viendo series o haciendo sudokus (un reto personal al que hasta ahora no le había concedido el tiempo necesario). Para mí estos días suponen salirse un poco del engranaje, ya que aunque disfrutas de él, a veces hay que tomarse un descanso y hacer una puesta a punto.

variados fone 3723

En unos primeros instantes mi “yo del engranaje” intentó imponerse y planificar estos días recopilando un libro por aquí y otros tantos por allá (me repetía que no es posible disfrutar haciendo nada y si se disfruta, muy mal hecho que está). Pero mi “yo de los días de agosto” intercedió en el momento justo, dejando los libros a disposición, con la condición de ser usados solo y exclusivamente para disfrutar de esos momentos de “hacer nada”.

Puedo ver que estos días han dado su fruto, ya que he conseguido seguir el ritmo que me pedía el cuerpo, he logrado conciliar mis dos yo (yo engranaje – yo días de agosto) y lo he disfrutado y mucho; siendo consciente de los beneficios de este “hacer nada” tan necesario y que en momentos de la vida no nos permitimos, por tener la extraña y errónea sensación de que es una pérdida de tiempo.

Hay que planificar, hay que preparar; tenemos que saber lo que hacemos y por qué lo hacemos, tenemos que perseguir nuestros objetivos, es bueno ser organizados y el cuerpo nos pide rutinas. Todo eso es cierto, pero además también es necesario buscar momentos de “no hacer nada” o incluso “días de agosto” que pueden y deben darse desde enero hasta diciembre, para descansar, meditar, disfrutar, bajar el ritmo…, ¡y no sentirse culpable por ello!. Momentos en los que los “tengo que” dan paso a momentos para el autocuidado, que si bien nos pueden parecer una pérdida de tiempo, son fundamentales para aclarar ideas y hacer consciente si nuestro engranaje funciona como queremos que funcione y se dirige hacia donde queremos que se dirija.

Y vuelta de estos días, y con mi cerebro todavía ralentizado, voy tomando contacto de nuevo poco a poco, sin presiones…, planificando, organizando, preparando… Todo ello sin desatender mis momentos de “no hacer nada”.

Y a modo de “hasta la próxima” añado algunos puntos que para mí son fundamentales para Autocuidarse, que dejo abierto para lo que queráis añadir:

  • Escuchar a nuestro sabio cuerpo y dedicarnos momentos de no hacer nada (no podía ser otro el primer punto).

  • Aprender a delegar tareas del “engranaje” no es signo de debilidad, sino todo lo contrario.

  • Aunque en algunas ocasiones pensemos lo contrario, siempre queda algo de tiempo para compartir con los amigos y la familia.

  • Hacer alguna de las comidas del día (si no se puede todas) con calma y deleite.

  • Salir a pasear, cuando refresque el día (sano y económico).

Comunicando

Estándar

Siempre me ha llamado mucho la atención el modo en el que nos comunicamos los seres humanos, lo veo como un proceso complicado, divertido, extraño, curioso… un poco de todo.

Hay momentos que te permiten actuar como observador: los viajes en autobús, cuando llegas temprano a una cita, o los demás llegan tarde, cuando haces cola en el banco o en cualquier situación de trámites de papeleos o compras. Puedes observar como se mueven los cuerpos, las distancias que se mantienen, las reacciones cuando estas distancias se vuelven mínimas por imposición, los saludos y despedidas, las discusiones en plena calle…

De entrada puede parecer muy básico: una persona habla, otra recibe el mensaje;pero este proceso incluye muchas o muchísimas variables.

Cuando aprendes a conducir te parece imposible simultanear los distintos pasos: cambiar las marchas, pisar embrague, freno o acelerador, mirar por los espejos y prestar atención,  no sólo a lo que haces tú , si no también a lo que hacen los demás. Cuando coges experiencia, automatizas tanto el proceso que en ocasiones llegas al destino y no tienes muy claro el camino que has recorrido (mala cosa, hay que estar donde hay que estar).

Me asombra el camino que ha recorrido el ser humano para integrar todas estas variables que incluye la comunicación:

Lo que decimos: lenguaje verbal

No solo aprendemos las palabras si no como combinarlas y darles sentido en función de lo que necesitamos expresar. Además,aprendemos qué palabras usar en función de la persona o grupo con la que hablamos y qué palabras varían en las distintas ciudades;y a su vez dentro de esas ciudades cómo varían según los municipios y hasta en función del barrio del que procedes, por que quién me iba a mi a decir que una “sara roja” es una “pasta zara” o también llamado “regaliz” y que a pocos kilómetros de donde vives, a las ruedas pequeñas de la bici no se las llama “ruedines”.¡Todo un mundo por descubrir!

 medium_8131363276

 Cómo lo decimos: paralenguaje

Usamos distinta entonación para darle emoción a lo que transmitimos, hablamos más alto, más bajo, más rápido, más lento, de una manera más o menos fluida;existiendo una gran variabilidad entre culturas ,personas, y en la misma persona ,dependiendo de las circunstancias que le rodeen.

Hablas de una manera cercana y desenfadada con amigos, titubeas si hablas delante de un numeroso público, elevas el volumen si estás enfadad@,rápido si estás nervios@,bajo si quieres que tu mensaje llegue sólo a los más cercano…miles y millones de situaciones y cada una con su combinación.

Qué dice nuestro cuerpo: kinesia y proxemia

Muchas veces no necesitamos decir nada porque todo lo dice nuestro cuerpo, las expresiones de nuestra cara, determinados gestos, determinadas posturas transmiten un mensaje alto y claro sin necesidad de recurrir a las palabras.

 5182020752_fa61bff35f

 Otras veces nuestro cuerpo apoya nuestro mensaje y lo enfatiza; y otras veces lo empleamos para protegernos, para que los demás no descubran que estamos experimentando ciertas emociones desagradables.

Si tenemos confianza con la persona permitimos que se acerque más a nosotros, si lo acabamos  de conocer mantenemos un poco más de distancia. Si tenemos que invadir el espacio de la otra persona ( en el ascensor,cuando acudimos al médico, en la peluquería),necesitamos romper el hielo y buscar temas de conversación y si esto no es posible, como por ejemplo en el autobús, intentamos que las miradas no se crucen, buscando nuestro propio espacio a la mínima ocasión, por que es una situación que incomoda y nos resulta invasiva.

Y todo esto (y mucho más) a tener en cuenta cuando somos nosotros los que transmitimos el mensaje. Cuando somos quienes lo recibimos  influyen nuevamente numerosos factores, por que no es lo mismo oír que escuchar, y este tema daría para otras muchas entradas,  pero necesito introducirlo por lo menos brevemente, por que lo considero esencial dentro de la comunicación humana.

La escucha es otra de las actividades que hemos automatizado, en muchas ocasiones en exceso,  ya que debe ser algo activo y dinámico,  que requiere atención, disposición, interés y tiempo.

A veces estamos tan concentrad@s en nuestros propios pensamientos e historias personales,  que dejamos mucho que desear como “escuchantes” (utilizo esta palabra a conciencia) y toda persona necesita su momento de protagonismo.

Para saber si estamos escuchando de manera activa tenemos que observar ciertos detalles:

  • Mi cuerpo debe estar orientado hacia la persona que me habla y debo mantener cierto contacto visual, eso es reflejo de interés por lo que nos están contando.

  • Aunque en ocasiones me impaciente,  debo dejar que la persona vaya a su ritmo y  evitar la tendencia a acelerar las conclusiones con un “venga, venga” (ya sea expresado con palabras o con nuestro lenguaje no verbal.

  • Frecuentemente, antes de que la persona haya terminado de contarnos lo que le ocurre, tenemos ya las conclusiones perfectamente elaboradas y listas para salir , miles de consejos y soluciones fantásticas para cada situación (casi las podemos notar presionando la punta de la lengua). Debemos intentar contenernos  y  simplemente escuchar lo que nos están contando. Muchas veces las personas simplemente quieren ser escuchadas, y en el caso que necesiten consejo, lo piden directamente.

  • Cuando no nos enteramos de algo, no nos debe avergonzar interrumpir la conversación y preguntar.Esto es mucho mejor que dejar que la conversación siga y sacar las ideas del contexto, lo que nos puede inducir a errores.Seguramente que nuestro interlocutor detecta «nuestra cara de circunstancias» así que es más directo, sencillo y sincero preguntar.

  • Tampoco es cuestión de interrumpir constantemente por que podemos perder el hilo de la conversación, hay que buscar el equilibrio.
  • Muchas veces, con el fin de ayudar, intentamos normalizar las situaciones que nos cuentan, pero esto puede ser un arma de doble filo, ya que la persona puede sentir que restamos valor a lo que nos está contando.En estas situaciones es útil pensar lo que nos gustaría recibir a nosotros: un » bahhhh eso no es nada » o un «comprendo que para ti es difícil».

No es cosa fácil, todos tenemos historias que contar y todos queremos ser escuchados pero cada cosa necesita su tiempo y su momento, de lo contrario estaríamos en un continuo monólogo, todos hablando y nadie escuchando; la de cosas que nos perderíamos…

En fin, que no llego a entender y me maravilla, todo el camino que lleva el hombre recorrido para comunicarse y todo lo que le queda por recorrer,todas las variables que intervienen y cómo las hemos ido interiorizando. Por mi parte seguiré observando mientras espero: los gestos de las manos, las expresiones de alegría, enfado, sorpresa; las posturas que indican cansancio, las que indican vitalidad, los saludos, las despedidas…y de paso me vigilaré  a mi misma para procurar  ser una mejor “escuchante”.

Mi montaña rusa

Estándar

 

Cuando empiezas algo nuevo, o estás en proceso de hacerlo,ya sea por iniciativa propia o porque las circunstancias te llevan a ello;se abren miles de posibilidades y se despiertan millones de ideas, con la consiguiente necesidad de sentarse, libreta y boli en mano, para poner en orden este batiburrillo.

caminos

Sabes la teoría, y de hecho la promulgas cuando te toca como docente: hay que organizarse, establecer metas realistas y un orden de prioridades…lo que viene siendo gestionar tu tiempo; pero en los primeros momentos que vives todas estas novedades en tus propias carnes, la experiencia o profesión no te libran de cierto descontrol y del olvido de todas esas ideas buenas que sabes que ayudan a centrarte y a orientar tu motivación a aquello que persigues.

Y es así como yo veo el periodo de cambio, te cuesta desligarte de lo que llevas haciendo años , aunque sabes que es el momento, y te cuesta centrarte en lo nuevo, a pesar de que estás deseando hacerlo. Es un periodo en el que conviven tu pasado y tu futuro, lo que no deja de ser complicado ya que estás en tu presente.

mariposa

Hay momentos del día en los que te invaden el miedo a lo desconocido, vas a hacer cosas nuevas, vas a tener que poner en marcha recursos propios que tenías adormecidos o infrautilizados o que ni siquiera sabías que tenías. Sale a relucir el tema, tan nombrado de la zona de confort;por la supervivencia de la especie, nos cuesta dejar algo que nos da cierta tranquilidad y comodidad para lanzarnos a algo que no sabemos cómo nos va a resultar. Con los tiempos que corren lo veo de lo más humano, la gente que nos quiere nos va a decir, “ahora ni te muevas, aguanta que las cosas están muy malas”.

Este reto supone pararse y pensar hacia dónde queremos ir y quienes queremos ser, implica un trabajo no sólo hacia afuera sino sobre todo hacia dentro, tomar el tiempo necesario para reflexionar , para cuidarnos y querernos porque lanzarse a los nuevos proyectos puede ser agridulce, la parte “agri” implica ser conscientes de que puede que para lanzar el vuelo tengamos que llamar a muchas puertas, y debemos aceptar esta parte con calma y sin que ello mine nuestra autoestima porque forma parte del proceso y debemos entenderla como tal,”Roma no se construyó en dos días”.

light-bulb-376926_640

La parte “dulce” no es difícil de imaginar: tienes la oportunidad de empezar desde cero, descubrir aquello que te mueve y te ilusiona,  conocer gente nueva, saber hasta donde puedes y quieres llegar… porque cada día te aporta algo o te pone en situación de tener que aprender. Es como si hasta ahora hubieras observado desde la barrera como personas ponen en marcha ideas que han pasado por tu cabeza pero no te has permitido realizar, lo que resulta muy liberador.

Para los días en que mi montaña rusa me despierta más temprano de lo esperado decido empezar la mañana repitiéndome o leyendo esas buenas ideas que me ayudan a centrarme en el aquí y el ahora:

  • No olvides las cosas que te ayudan y dedícales un rato (en mi caso, desayunar tranquila, salir a correr o pasear, pintar con mis ceras de colores, estar con mi gente…).

  • Tómate tu tiempo para organizarte,planifica lo que vas a hacer durante la semana permitiéndote ser flexible.

  • Esto no es una competición, ve a tu ritmo sea el que sea.

  • Disfruta de cada paso del proceso y acepta que habrán días buenos y otros no tan buenos.

  • Persevera.

  • No te compares con los demás el reto es con un@ mism@.

  • Permítete experimentar.

  • Se fiel a ti mism@.

Que cada uno tenga su lista porque no todos necesitamos los mismos ingredientes y use la receta cada vez que el cuerpo o la mente lo requieran,porque no por correr más se llega más temprano.

Y en esas estamos…viviendo el momento y experimentando, lanzada fuera de la zona de confort (si es que se la podía llamar así) y construyendo el camino que quiero seguir.

¿y tú en que momento estás?